Hace poco participé
en una convención para mujeres en recuperación en NA. Supongo
que podría llamarla una convención de «interés
especial». Era la primera de este tipo que se celebraba en mi región.
Ese evento surgió de una conciencia de grupo de una reunión
de mujeres de nuestra área. Acudieron a la convención unas
setenta y cinco mujeres. Fue todo un éxito. No participé
en la organización; sólo fui una asistente.
Me enteré de este
acontecimiento a pesar de los esfuerzos para que no se anunciara. Evidentemente
causó polémica a nivel regional incluso mucho antes de que
se celebrara. Un representante de área decidió que era una
violación de nuestras tradiciones y tiró los folletos a la
basura. En nuestra confraternidad las malas noticias circulan rápido,
así que me enteré de la convención sin folleto.
Cuando llegué, hablé
con algunas de la mujeres del comité de la polémica que la
convención había provocado en mi área. Me enteré
de que no sólo había sucedido en mi área, sino también
en otras áreas, reuniones e incluso en casas de algunos miembros
que viven en pareja. Conocí a una mujer que me contó que
su novio la había amenazado con dejarla si acudía a la convención.
Ella fue y él se largó. Me asombró que tanta gente
estuviera molesta.
Me parece importante compartir
con todos sobre esta convención. Estaba muy confundida con la idea
de que una convención de mujeres fuera contra nuestras tradiciones.
No sabía muy bien si creerlo o no. Hablé con mi madrina y
con otros miembros de NA.
Las cosas que oí no
tenían mucho que ver con cuestiones de género. Tanto hombres
como mujeres me decían lo mismo. La adicción no hace discriminación
por cuestiones de edad, raza, sexo, cultura, nivel social, religión
o falta de ésta. Por lo tanto, estos encuentros no deberían
tener lugar dentro del contexto de NA.
Había leído
en nuestra literatura que los principios espirituales no son conflictivos
entre sí; por lo tanto, no generan polémica. Estaba confundida.
A lo mejor esa convención de mujeres no era correcta.
Hace cinco años que
estoy en recuperación. El padrinazgo es un ingrediente fundamental
en mi recuperación. No podría hacerlo sin ese ingrediente.
De ninguna manera. Nuestra literatura nos sugiere que la persona que nos
apadrine sea del mismo sexo. Entonces, habría que considerar el
padrinazgo como de «interés especial».
Durante los primeros dieciocho
meses de mi recuperación me apadrinó un hombre. Claro que
era una tapadera. Tenía un padrino que era mi novio. Él llevaba
ocho años limpio y para mí era Dios. En aquel momento no
tenía suficiente honestidad ni un poco de sentido común para
darme cuenta.
Sólo cuando tuve una
madrina experimenté la auténtica naturaleza del padrinazgo.
Me mostró el camino para una relación con un Poder Superior,
en lugar de convertirse en mi Poder Superior. Me trasmitió lo que
necesitaba para mantenerme limpia y en recuperación. Me enseñó
a ser una mujer, a inspirar respeto, a tener confianza y dignidad.
Aprendí lo que era un poco de humildad. Compartí con ella
mis secretos más profundos. Probé el sabor de la recuperación.
Me gustó tanto, que quise más y más. Eso fue lo que
hizo que me quedara en NA. Mi novio y yo rompimos un año más
tarde. Me quedé con el corazón roto y una gran desilusión.
Gracias a Dios que sabía adónde acudir y qué hacer.
Me dieron mi primer llavero
de bienvenida en un grupo de mujeres. Durante mis primeros años
limpia, mi grupo habitual era de mujeres. Las compañeras de ese
grupo me apoyaron durante todo el proceso. Me asustaba mucho compartir
en grupos mixtos de la forma en que lo hacía en mi grupo habitual.
Los hombres me daban miedo. Ese grupo fue mi tabla de salvación.
Ni se me cruzaba por la cabeza si era «políticamente correcto»
o no asistir a esa reunión. Me agarré a ella como a un bote
salvavidas. Y me salvó la vida.
Hoy en día, en mi
grupo hay hombres y mujeres. En un determinado momento me di cuenta de
que tenía que aprender a vivir con hombres si quería funcionar
en el mundo real. Gracias a Dios que hay reuniones mixtas. También
aprendí que odiar a los hombres no era la manera, que atacar a los
hombres no me llevaba a ninguna parte. Sólo me llenaba de ira y
me hacía sentir una víctima.
La polémica en torno
a la convención de mujeres me afectó porque no puedo negar
mi raíces en NA. Tampoco puedo negar el valor del padrinazgo entre
personas del mismo sexo. Para mí, es la única manera. Al
mismo tiempo, no quiero participar en nada que divida a esta confraternidad.
Sólo puedo compartir mi experiencia y, espero, desmitificar la convención
de mujeres.
Primero que nada, que nadie
piense que era una convención para atacar a los hombres, sino sólo
para celebrar nuestra recuperación con otras mujeres. Además,
no es la única convención que se ha celebrado en nuestra
región este año, sino que ha habido unas diez, y las demás
estaban abiertas a todo el mundo. O sea, que nadie se ha visto privado
de la experiencia de una convención. No es tan diferente de lo que
ya existe en muchas áreas: una reunión de mujeres una vez
por semana entre muchas otras reuniones de NA.
Mi experiencia en la convención
de mujeres fue extraordinaria. El sábado a la noche, bailé
por primera vez en recuperación. Me sentía a salvo porque
sólo había mujeres. Hubo una reunión sobre sexualidad.
La atmósfera fue muy íntima y la experiencia poderosa. Ese
fin de semana, celebré ser mujer en recuperación y di alimento
a mi alma. No sólo quiero aprender a ser un ser humano, sino también
a ser una mujer; y eso únicamente puedo aprenderlo de otras mujeres.
Ese encuentro nos dio la oportunidad para fortalecer las relaciones entre
mujeres y eso hace que también se fortalezca el padrinazgo.
No es mi intención
provocar más polémica. Simplemente estoy agradecida por el
privilegio de compartir mi experiencia, fortaleza y esperanza. Soy sólo
un puntito en el gran arco iris de colores que forma NA con todos sus miembros.
No soy una autoridad fundamental en nada; lo único que tengo es
mi experiencia.
Me entristece ver a otros
adictos reaccionar a estos encuentros por miedo o ignorancia. Para mí,
una actitud negativa hacia lo que otros adictos hacen para fortalecer su
recuperación sólo demuestra una falta de fe en el Poder Superior
que gobierna a esta confraternidad.
Julie V.,
Quebec
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